sábado, 9 de mayo de 2015

El final del viaje, Tallin segunda parte.

Menos mal que cogimos el autobús de vuelta con tiempo, porque el barco salió antes de lo previsto. Ya quedaba poco de viaje, así que había que aligerar peso en la maleta y nos bebimos el resto de las cervezas que teníamos. Al final terminé yendo a junto de la animadora infantil a que me pintara la cara a mi también. Cristina se partía de risa...que soy peor que una niña pequeña.
Últimamente ya bromeamos con que soy como una persona de un grupo de alcohólicos anónimos o de estas que van a terapia de grupo: "Hola, me llamo Déborah y tengo un problema, tengo que tocarlo todo y probarlo todo..." jajaja.

LLegamos a Tallin por la mañana, salimos del barco a eso de las 11:30, no teníamos prisa porque el autobús para llegar a Vilnius salía a las 22:30 de la noche, así que nos esperaba un día muy largo haciendo tiempo por Tallin.
El primer problema era buscar un sitio para dejar las maletas todo el día. Con suerte, en la estación marítima había consignas, por 3€ metimos las maletas y las mochilas en sólo una taquilla.

El día que fuimos caminando hasta el museo Seaplane Harbour vi a lo lejos una edificación tipo fortaleza, llena de graffitis que me llamó mucho la atención, así que me ardía el culo por ir a ver que era.
Estaba muy cerca del puerto, con unas escaleras que quitaban la respiración, todo abandonado y parecía que daba cosa hasta caminar por allí.
Resultó ser Linnanhall un antiguo auditorio/centro deportivo que fué construído también como base militar rusa en caso de ataque de Finlandia. Está hecho un asco, todo sucio, con maleta y botellas por todas partes. La gente joven lo usa como botellódromo y típico sitio para ir a ver la puesta de sol.
Es una estructura tan tan grande, que es imposible hacerle una foto dónde apreciéis de verdad como era. Así que os dejo un enlace con Fotos de google aquí



No nos podíamos ir de Tallin sin pasar por una de las puertas de la muralla y pasear un poco más por sus callejones, ya que básicamente viéramos la ciudad de noche. Es como Riga, no sabría por que momento decantarme para verla , si de noche o de día.


Cómo última cosa por ver en la ciudad, me decanté por Schnell Park, un parque que en el mapa parecía bastante grande, y la verdad que fué todo un acierto subir hasta allí arriba.
Un parque agradable dónde vimos gente disfrutando de la hierba, paseando a sus mascotas e incluso una señora mayor dándo de comer a las palomas.
Me dió pena no tener ninguna toalla porque me habría echado una buena siesta..

Antes de irnos a por la maleta nos dimos un último paseo por la zona moderna de la ciudad que apenas habíamos visto, y para que veáis que los contrastes de Tallin son más heavies que en Estocolmo os pongo un par de fotillos .( El medieval de las fotos de arriba, con las afueras de casas que parecen de película americana y edificios modernos.)



Lo gracioso del día fue cuándo íbamos camino a la estación de autobuses.
Íbamos tan tranquilas con nuestras maletas de ruedas, charlando y tal... llevábamos como 10 minutos y estábamos cruzando un paso de peatones adoquinado que pasaba por encima de las vías del tranvía, cuándo pasaron por mi lado dos chicos riéndose, y escucho: Déborah!! ¡¡Perdí mis ruedas!! Me giré y vi a Cristina con cara de diosss y ahora que coño hago!! Bueno..pues resulta que se le rompió la maleta, se le quedaron las ruedas atrás y justo cuándo pasó estaban los chicos alado, por eso se reían. (Ella se dió cuenta cuándo vió que hacía demasiado ruido la maleta, jaja)
Aún nos quedaban como 2km para llegar a la estación.  La gente nos miraba raro...y a nosotras nos daba la risa, pero no había otra opción que arrastrarla..

Por cierto, la estación de autobuses de Tallin no tiene wifi pero es genial, tiene unos buenos asientos, un pentágono que es sofá, un montón de enchufes y tiene pinta de ser un lugar seguro. 


La vuelta a casa fue agotadora por dormir fatal en el autobús,.. eso fue la gota que colmó el vaso para un viaje duro, muy duro. Un viaje de largas caminatas, frío, lluvia, calor, mala suerte con los tours, muchas horas juntas (con algún enfado que otro al que hemos sobrevivido).... Aún así, repetiría sin duda alguna, aunque tengo muy claro que preparándolo con tiempo para ver bien que me interesaría visitar.

A lo largo de éste mes muchos voluntarios me han preguntado cosas para hacer el mismo viaje. El otro día les expliqué a unas 8 personas cómo funciona la página, cómo es todo... y alguna gente está muy interesado en hacerlo, pero entre que los precios están altos y que no encuentran con quien compartir el camarote... pues al final somos las únicas que lo hemos hecho.

Me siento muy muy afortunada, algunas cosas llegan en el momento preciso...y sin duda alguna fue el momento para hacerlo sin pensar, era ahora o nunca.


GRACIAS DESTINO, por ésta oportunidad que no dejé escapar.

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